La familia (en cualquiera de sus formas) supone la unidad social básica y primera que una persona se encuentra tras su nacimiento. En su seno desarrollamos nuestra personalidad, aprendemos a relacionarnos con los demás y formamos algunos de los vínculos afectivos más fuertes que conoceremos a lo largo de nuestras vidas.
Es por ello que las relaciones familiares, y la convivencia entre miembros de una misma familia, suponen una fuente inagotable de tensiones y conflictos que debemos ser capaces de gestionar de la mejor forma posible.
El surgimiento de estas desavenencias es consustancial a la propia naturaleza de las relaciones entre los miembros de una misma familia, y puede tener su origen en un amplísimo catálogo de circunstancias: Diferencia de criterios, diferencias ideológicas, caracteres contrapuestos, evolución sentimental, cambios sobrevenidos, dificultades económicas, intromisiones de terceros, etc…
Pero el hecho de que el conflicto sea inherente a las relaciones familiares, no quiere decir que sus consecuencias no puedan resultar perjudiciales, e incluso letales, para nuestras relaciones.
Resulta indispensable otorgar al conflicto la importancia que merece y tratar de encauzarlo hacia una finalidad positiva mediante una adecuada gestión del mismo.
Tampoco debemos confundir la ausencia de conflictos con la serenidad en las relaciones familiares. Pues en muchos casos, si no en todos, esta ausencia de controversias se deberá más a una relación basada en la indiferencia o en la ruptura de los canales de comunicación, que en una verdadera y saludable relación familiar.
Así pues, cuando nace un conflicto que afecta a las relaciones familiares, debemos ser conscientes de la importancia del mismo, tratar de empatizar con el punto de vista del otro, desarrollar un dialogo asertivo y constructivo y entender que el objetivo es encontrar la mejor solución para todos los implicados.
La mediación, como método de resolución de conflictos, es una herramienta idónea para la gestión y resolución de los conflictos en el seno de la familia. Pues entre sus ventajas se cuentan:
• Es un método colaborativo, que evita el esquema adversarial.
• Se basa en la reciprocidad y el consenso, evitando la formula vencedores/vencidos.
• Facilita la identificación de los puntos conflictivos. Lo que posibilita su resolución.
• Permite reestablecer el equilibrio en las relaciones.
• Promueve el restablecimiento de la comunicación desde la asertividad.
• Otorga el control a las partes, evitando que sea un tercero quien decida por ellos.
• Resulta más económico, rápido y discreto que un procedimiento judicial.
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